miércoles, 5 de marzo de 2008

Cuento: "El Árbol generoso" de Shel Silverstein


El Árbol Generoso


Había una vez un árbol, que amaba a un pequeño muchacho. Y cada día el muchacho venía y recogía sus hojas y hacía con ellas una corona y jugaba a ser el rey del bosque. Trepaba por su tronco y comía sus frutos y se columpiaba en sus ramas y ellos jugaban al escondite. Y cuando el muchacho se cansaba, dormía bajo su sombra y el muchacho amaba al árbol muchísimo. Y el árbol era feliz.
Y el muchacho creció y el tiempo pasó. Y a menudo el árbol le dijo. “Ven, muchacho, ven y trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y come mis frutos y juega en mi sombra y sé feliz.
- Ya soy muy grande para trepar y jugar; dijo el muchacho. – Quiero comprar cosas, quiero divertirme. Quiero dinero. ¿puedes darme algún dinero?
-Lo siento dijo el árbol, mas no tengo dinero. Yo solo tengo hojas y fruto. Toma mi fruto, muchacho y véndelas en la ciudad. Entonces tendrás dinero y serás feliz.
Y el muchacho subió al árbol cortó sus frutos y se las llevó. Y el árbol estaba feliz.
Pero el muchacho se alejó por un largo tiempo... y el árbol estaba triste. Y entonces un día el muchacho regresó y el árbol se estremeció de alegría y le dijo: - Ven muchacho trepa por mi tronco y colúmpiate de mis ramas y sé feliz.
- Estoy muy ocupado para trepar árboles , dijo el muchacho – Quiero una casa que mantenga tibio, dijo –Quiero una esposa y quiero niños, y por lo tanto necesito una casa. ¿Puedes darme tú una casa?
-Yo no tengo casa , dijo el árbol. – El bosque es mi casa, pero puedes cortar mis ramas y construir una casa. Entonces serás feliz.
Y así el muchacho cortó sus ramas y se las llevó para construir su casa. Y el árbol era feliz.
Pero el muchacho permaneció lejos por mucho tiempo. Y cuando regresó el árbol estaba tan feliz que casi no podía hablar.
- Ven muchacho, susurró, ven juega. – Estoy muy viejo y triste para jugar, dijo el muchacho, -Quiero un bote que me lleve lejos de aquí. ¿Puedes darme un bote? -Corta mi tronco y hazte un bote, dijo el árbol, Entonces podrás navegar lejos... y ser feliz. Y entonces el muchacho cortó su tronco e hizo un bote y se fue lejos. Y el árbol estaba feliz... más no tanto.
Después de un largo tiempo el muchacho regresó de nuevo. -Lo siento muchacho, dijo el árbol, ya no tengo más que darte, se han acabado mis frutos, - Mis dientes están débiles para los frutos, dijo el muchacho.
- Se han acabado mis ramas, dijo el árbol, ya no puedes columpiarte en ellas. – Soy demasiado viejo para columpiarme en ramas, dijo el muchacho.
- Se ha acabado mi tronco, dijo el árbol, ya no puedes trepar – Estoy demasiado cansado para trepar, dijo el muchacho.
- Lo siento, se lamentó el árbol. Me gustaría poder darte algo... pero no me ha quedado nada. Solo soy un viejo tronco. Lo siento...
-No necesito mucho ahora , dijo el muchacho, sólo un lugar tranquilo para sentarme y reposar. Estoy muy cansado.
-Bueno, dijo el árbol, enderezándose lo más que pudo, bueno, un viejo tronco sirve para sentarse y reposar. Ven muchacho, siéntate y descansa. Y el muchacho lo hizo y el árbol era feliz.

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